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Un científico fue injustamente condenando por un crimen mayor y fue
encarcelado con una larga sentencia en un lugar situado en medio del
desierto.
Descubrió que su compañero de celda también era un hombre de ciencia.
Resuelto a escapar, el primer hombre trató de convencer a su compañero
de celda de irse con él, pero el hombre se negó.
Finalmente, después de planearlo mucho, y con la ayuda de otros
compañeros, el científico logró escapar. Pero en el calor del desierto,
sin agua ni alimentos, lo obligó a regresar a la prisión.
Relató su terrible experiencia al otro hombre de ciencia, el cual lo
sorprendió al decirle: Sí, ya la sé. Yo lo intenté y fracasé por los
mismos motivos.
El primer científico le dijo amargamente: Por el amor de Dios,
hombre, ¿por qué no me dijiste cómo era escapar de aquí? Su compañero le
contestó con una pregunta: ¿Quién habla de sus fracasos?
Algunas personas no quieren escuchar a nadie, sin importar quién sea
esa persona o lo experimentada que pueda ser. Ellos siempre deberán
aprender duramente. Por otro lado, una persona puede elegir aprender de
otros y aprender de su experiencia.
El primero se llama tonto. El otro, sobresaliente.
Sé que estaré vencido cuando me encuentre con cualquier humano y no sea capaz de aprender de él.
Proverbios 1:5
El sabio oirá y crecerá en conocimiento, y el inteligente adquirirá habilidad. |