Dios está trabajando, déjalo y confía en Él!

Published: Tue, 10/23/18

 
 
 
 

Octubre 23, 2018

 
 
Facebook
 
Twitter
 
YouTube
 
Instagram
 
Pinterest
 
 
 
 

¿Te duele?
No te preocupes es Dios TRABAJANDO en Ti

 
 
 
 
 
 

Como Templar el Acero

 
 
 
 
 
 

Dios mío, no desistas, hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mí.

 
 
 
 

Se cuenta la historia del herrero que, después de una juventud llena de excesos, decidió entregar su alma a Dios.

Durante muchos años trabajó con ahínco, practicó la caridad, pero, a pesar de toda su dedicación, nada perecía andar bien en su vida, muy por el contrario sus problemas y sus deudas se acumulaban día a día.

Una hermosa tarde, un amigo que lo visitaba, y que sentía compasión por su situación difícil, le comentó:

“Realmente es muy extraño que justamente después de haber decidido volverte un hombre temeroso de Dios, tu vida haya comenzado a empeorar.

No deseo debilitar tu fe, pero a pesar de tus creencias en el mundo espiritual, nada ha mejorado.”

El herrero no respondió enseguida, él ya había pensando en eso muchas veces, sin entender lo que acontecía con su vida, sin embargo, como no deseaba dejar al amigo sin respuesta, comenzó a hablar, y terminó por encontrar la explicación que buscaba.

He aquí lo que dijo el herrero:………

“En este taller yo recibo el acero aún sin trabajar, y debo transformarlo en espadas.

¿Sabes tú cómo se hace esto?

Primero, caliento la chapa de acero a un calor infernal, hasta que se pone al rojo vivo, enseguida, sin ninguna piedad, tomo el martillo más pesado y le aplico varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada.

Luego la sumerjo en un balde de agua fría, y el taller entero se llena con el ruido y el vapor, porque la pieza estalla y grita a causa del violento cambio de temperatura.

Tengo que repetir este proceso hasta obtener la espada perfecta, una sola vez no es suficiente. ”

El herrero hizo una larga pausa, y siguió: “A veces, el acero que llega a mis manos no logra soportar este tratamiento.

El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras.

En ese momento, me doy cuenta de que jamás se transformará en una buena hoja de espada y entonces, simplemente lo dejo en la montaña de fierro viejo que ves a la entrada de mi herrería.”

Hizo otra pausa más, y el herrero terminó: “Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones.

Acepto los martillazos que la vida me da, y a veces me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir al acero.

Pero la única cosa que pienso es: Dios mío, no desistas, hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mí.

Inténtalo de la manera que te parezca mejor, por el tiempo que quieras, pero nunca me pongas en la montaña de fierro viejo de las almas. ”

Para que un día yo también pueda decir…..

“He peleado la buena batalla,
He acabado la carrera,
He guardado la fe.”
2 Timoteo 4:7

Leer más ->   Click Aquí
 


 

 
 
 
 
 
 

Líderes de Papel Con Pies de Barro
Cada uno tiene un liderazgo que cumplir en un área específica, un don, un regalo, un propósito.
Dios te hizo único, no existe nadie como tú...

 
 
 
 
 
 

Corazón Valeroso
Se cuenta la historia de un querido amigo y miembro de la iglesia, que falleció luego de una larga vida de amor y servicio. En el fune...

 
 
 
 
 
 

Vidas En Transición
Sientes que alguien está siendo injusto contigo? ¿Crees que ya no podrás seguir con la pérdida que has sufrido? ¿Estás atravesando una 

 
 
 
 
 

Hoy… Dios librará mi vida de mis enemigos
“Líbrame, Señor, de mis enemigos porque en ti busco refugio” Salmo 143:9 Hay muchos enemigos que pueden rodear mi vida y tratar de qu...

 
 
 
 
 
 

Paternidad Restaurada
Llevamos en nuestro corazón heridas producidas por nuestros padres. | enseñado por Serafín Contreras Galeano Descrip...

 
 
 
 
 
 

Los Niños son para Siempre
Dar a luz a un bebé y criar un niño es la experiencia más grandiosa de la vida natural. Un niño es un regalo eterno. No lo tenemos po...

 
 
 
 

¿Cómo Orar Por los Hijos? Guía Práctica 31 días.

A veces nosotros queremos convertir a nuestros hijos o hacerlos santos o siervos de Dios y nada de eso funciona. Nos llevamos las manos a la cabeza y decimos:

¿Dónde fallamos, Dios? ¿Por qué OH Dios?.