No, la verdad es que el problema no está afuera. El problema está adentro.
Decimos muchas veces que si no fuera por el sitio donde vivimos, la gente con quien nos relacionamos, la casa donde estamos o el trabajo que desempeñamos seriamos más felices.
No tenemos que mirar mucho afuera. Una mirada dentro de nosotros es suficiente para contemplar la raíz de nuestros dolencias y quebrantos.
El profeta Isaías habló de esto en el Capítulo 54:
«Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz,¡grita de alegría!
Tú, que nunca tuviste dolores de parto, ¡prorrumpe en canciones y grita con júbilo!
Porque más hijos que la casada tendrá la desamparada —dice el Señor—.
Ensancha el espacio de tu carpa, y...