Me refiero particularmente a lo que realmente determina cómo te sientes en este momento ante tus problemas y retos. Estoy hablando de tu actitud. Es decir, de cómo tú eliges responder ante las circunstancias y quién decides ser ante el cambio.
Es tu actitud la que puede aumentar o reducir tu estrés de manera profunda.
Si bien darse un masaje o hacer ejercicios —o incluso el amor— son excelentes antídotos contra el estrés, si no son acompañados por un cambio de actitud apenas llegan a tener un efecto temporal.
¿Cómo te adueñas de tu actitud? A continuación te ofrezco ocho simples pero poderosas...