El miedo, deja de ser un sentimiento sano cuando deja de defendernos ante situaciones normales de la vida, convirtiéndose en nuestro mayor enemigo.
Cuando se huye de la lucha y cuando queremos que nuestra integridad esté indemne, es porque los retos nos asustan.
No queremos que nada cambie; estamos estancados y, hasta nuestros sentidos pierden su afecto; nuestros oídos están sordos a los susurros del amor; las caricias causan dolor; hablamos, destruyendo con la boca llena de juicios; destruimos a los amados y a otros también; llenos de cobardía, con el susto a cuesta, incrédulos, con dudas de lo que somos y lo que hacemos.
El miedo ahoga la energía desde el inicio del día, para...